camino de la autoorganización
Existen metáforas alternativas para comprender el papel que desempeñan y, sobre todo, el que pueden desempeñar las organizaciones. Al compararlas con el cerebro humano se pone de manifiesto su papel como instrumento para utilizar, generar y transmitir información. La organización se convierte en inteligente. La organización es un medio para adoptar decisiones colectivas. Las organizaciones son capaces de aprender. Capaces de aprender a aprender. La metáfora del cerebro es muy ambiciosa pues, a su vez, el cerebro humano sólo es comprensible de forma metafórica. La estructura del cerebro es intrincada y supone una "organización" muy sofisticada. Todo el procesamiento cerebral se realiza a través de millones de interconexiones neuronales que no son fijas, sino que están cambiando continuamente. La propiedad más importante del cerebro humano es su plasticidad, por ello nuestro pensamiento no se parece a la acción de un ordenador muy complicado, sino más bien a "un ordenador que está cambiando continuamente" (Penrose,1991, cap.9). El cerebro es un dispositivo de realimentación no lineal, es irregular y la irregularidad, el caos, posibilita la vida y la inteligencia. Por otra parte, el cerebro no funciona mediante el almacenamiento de la información en determinadas neuronas "sabias" u otras estructuras "duras" sino mediante el almacenamiento de la información y las funciones en redes entre neuronas. Así, aunque se destruya una parte de la red el resto puede conservar la información holográficamente (Briggs y Peat,1990, pp. 166 a 174). La metáfora cerebral pone de manifiesto que las organizaciones son el medio de conexión entre individuos que se relacionan dentro y fuera de las vías jerárquicas. La visión de la organización inteligente cuestiona radicalmente la estructura burocrática vertical por jerarquía y horizontal por función, así como la separación entre los planificadores (pensantes) y los ejecutantes (no pensantes). En la organización inteligente se considera que las decisiones deben ser tomadas por aquellos que las han de aplicar, o lo más cerca posible de ellos. La organización inteligente no sólo resuelve problemas, sino que descubre que éstos no son "objetivos". La "construcción del problema", y la estructuración de la realidad en problemas y soluciones vinculados intrínsecamente, son una de las actividades fundamentales de la vida de una organización (Subirats,1989, II parte). Pero la imagen cerebral tiene otra lectura aún más importante. Su carácter holográfico permite reconstruir la totalidad en base a una parte. Aparece la posibilidad de la autoorganización. El concepto de autoorganización está presente también en las visiones sinergéticas de los sistemas complejos abiertos (Haken,1990), de la misma forma que aproximaciones "autopoiéticas" al cambio (Maturana y Varela, 1990) insisten en los elementos de autoorganización de la transformación desencadenada por el azar. En el campo de las visiones críticas sobre la organización, las más profundamente antiburguesas han afirmado la necesidad humana de ser responsable de la totalidad de su vida social. Ello ha conducido a las ideas de autogestión, al concepto de autonomía, a las propuestas cooperativistas y a defender fórmulas de democratización organizativa. Las organizaciones del futuro posiblemente asumirán su carácter de redes humanas, dado lo insensato, ficticio e inhumano que es la absolutización de la idea de jerarquía. La redes, por definición, tienden a formas de autoorganización.
Existen metáforas alternativas para comprender el papel que desempeñan y, sobre todo, el que pueden desempeñar las organizaciones. Al compararlas con el cerebro humano se pone de manifiesto su papel como instrumento para utilizar, generar y transmitir información. La organización se convierte en inteligente. La organización es un medio para adoptar decisiones colectivas. Las organizaciones son capaces de aprender. Capaces de aprender a aprender. La metáfora del cerebro es muy ambiciosa pues, a su vez, el cerebro humano sólo es comprensible de forma metafórica. La estructura del cerebro es intrincada y supone una "organización" muy sofisticada. Todo el procesamiento cerebral se realiza a través de millones de interconexiones neuronales que no son fijas, sino que están cambiando continuamente. La propiedad más importante del cerebro humano es su plasticidad, por ello nuestro pensamiento no se parece a la acción de un ordenador muy complicado, sino más bien a "un ordenador que está cambiando continuamente" (Penrose,1991, cap.9). El cerebro es un dispositivo de realimentación no lineal, es irregular y la irregularidad, el caos, posibilita la vida y la inteligencia. Por otra parte, el cerebro no funciona mediante el almacenamiento de la información en determinadas neuronas "sabias" u otras estructuras "duras" sino mediante el almacenamiento de la información y las funciones en redes entre neuronas. Así, aunque se destruya una parte de la red el resto puede conservar la información holográficamente (Briggs y Peat,1990, pp. 166 a 174). La metáfora cerebral pone de manifiesto que las organizaciones son el medio de conexión entre individuos que se relacionan dentro y fuera de las vías jerárquicas. La visión de la organización inteligente cuestiona radicalmente la estructura burocrática vertical por jerarquía y horizontal por función, así como la separación entre los planificadores (pensantes) y los ejecutantes (no pensantes). En la organización inteligente se considera que las decisiones deben ser tomadas por aquellos que las han de aplicar, o lo más cerca posible de ellos. La organización inteligente no sólo resuelve problemas, sino que descubre que éstos no son "objetivos". La "construcción del problema", y la estructuración de la realidad en problemas y soluciones vinculados intrínsecamente, son una de las actividades fundamentales de la vida de una organización (Subirats,1989, II parte). Pero la imagen cerebral tiene otra lectura aún más importante. Su carácter holográfico permite reconstruir la totalidad en base a una parte. Aparece la posibilidad de la autoorganización. El concepto de autoorganización está presente también en las visiones sinergéticas de los sistemas complejos abiertos (Haken,1990), de la misma forma que aproximaciones "autopoiéticas" al cambio (Maturana y Varela, 1990) insisten en los elementos de autoorganización de la transformación desencadenada por el azar. En el campo de las visiones críticas sobre la organización, las más profundamente antiburguesas han afirmado la necesidad humana de ser responsable de la totalidad de su vida social. Ello ha conducido a las ideas de autogestión, al concepto de autonomía, a las propuestas cooperativistas y a defender fórmulas de democratización organizativa. Las organizaciones del futuro posiblemente asumirán su carácter de redes humanas, dado lo insensato, ficticio e inhumano que es la absolutización de la idea de jerarquía. La redes, por definición, tienden a formas de autoorganización.
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